En el acto religioso, presidido por el sacerdote Luis Rosario, el veterano prodouctor de televisión lee la Palabra de Dios y recoge la ofrenda
Esa noche Pilar no quería ir a la fiesta que organizaba Augusto Guerrero. Una prima le suplicó que la acompañara y no tuvo más alternativa que aceptar. Freddy Beras Goico estaba en el lugar. Y el inquieto Cupido también. Su flechazo, envenenado de amor, ya tiene 30 años de efectividad y ayer lo celebraron con una ceremonia religiosa y un festejo, entre amigos y familiares, en el nido de amor que construyeron a la orilla del mar.
Justo a las 11:10 de la mañana del domingo, el padre Luis Rosario, coordinador de la Pastoral Juvenil de la Iglesia Católica, comenzó el acto religioso de las bodas de plata.
Minutos antes Freddy y Pilar habían llegado manejando su vehículo en un breve recorrido desde la casa hasta la parroquia, donde un centenar de personas esperaba por ellos.
Sus hijos, Giancarlo y Laura, estaban pendientes del más mínimo detalle, como organizadores de la ceremonia y frutos vivos de esa llama de amor que perdura. Los protagonistas llegaron vestidos de blanco, con mucha sencillez, y como si fueran parte de los asistentes a la tradicional misa del domingo en esa iglesia. Ella vestía una blusa y pantalón, con discretas joyas en sus manos.
Lo que sí brillaba como una perla era su sonrisa en muestra de felicidad y plenitud al compartir con su amado tan inolvidable momento en la casa de Dios.
No hubo producción artística ni lujosas decoraciones. Tampoco se vieron cámaras de televisión ni esos recursos tecnológicos que pudieran marcar una celebración de ¡bombos y platillos! Amor y alegría eran suficientes.
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